La baraja española se encuentra presente en la mayoría de los hogares  castellanos, siendo referencia obligada en los tiempos de ocio de las  gentes de esta tierra. La popularidad de la baraja, la convierte en el  ideal transmisor de la historia que conmemoramos el Día de Villalar, por  ser un objeto lúdico y cotidiano, de gran carga estética y creativa.
Uno  de los objetivos de este proyecto cultural y artístico es reproducir,  no solo la historia común de Castilla, si no también, el espíritu  didáctico de aleluyas y pliegos de cordel, y el carácter festivo y  comunal de los juegos de cartas.
Por ello, el acabado final de la  baraja quiere asemejar los grabados y plumillas de época, que  representan a los personajes del momento y su entorno más significativo.  Esa forma de trabajo también la encontramos en “aleluyas” y pliegos de  cordel, destacando su sobriedad, sencillez y realismo.